El mundo del cine de animación ha sido marcado profundamente por la influencia de Estudio Ghibli, una casa productora japonesa que ha trascendido fronteras y generaciones con sus historias. Sin embargo, más allá de sus películas, hay un detalle que despierta curiosidad: el origen de su nombre. «Ghibli» no es solo una palabra elegida al azar, sino que lleva consigo un significado profundo y una historia que refleja la filosofía de la compañía.
El término «Ghibli» proviene del nombre árabe para el viento caliente del desierto, y fue adoptado por los italianos durante la Segunda Guerra Mundial para denominar a un avión de reconocimiento. Hayao Miyazaki, cofundador del estudio, eligió este nombre con la intención de insuflar un viento de cambio en la industria del anime japonés. Este nombre simboliza la esperanza de Miyazaki y su equipo de crear películas que, como el viento, pudieran influir y refrescar el panorama del cine de animación.
La elección del nombre Ghibli refleja la visión innovadora y la determinación de sus fundadores de romper con lo convencional y explorar nuevos horizontes en el arte de contar historias. Cada película de Ghibli es un testimonio de esta filosofía, llevando a los espectadores a mundos llenos de imaginación, emociones profundas y mensajes significativos. Así, el nombre Ghibli se ha convertido en sinónimo de calidad, creatividad y un espíritu indomable que busca constantemente superar los límites de lo posible.